Filosofía

Transparencia y calidez. Si tuviera que elegir una palabra que describiera mi filosofía de vida en general, serían esas dos. En mi vida privada me cuido mucho de escuchar a mi corazón y a mi cuerpo para ir haciendo mi camino y construyendo siempre desde lo que amo y me apasiona, así como desde la paz y el bienestar. Saber escucharme a mí misma y atenderme me ha ayudado con el paso de los años a saber escuchar a los demás y a guiarlos ahora para que puedan atenderse a sí mismos. Mi decisión de actuar en mi vida desde la paz no significa en absoluto que todo siempre me vaya bien, que no tenga la necesidad de enfrentar problemas o situaciones emocionalmente difíciles, de hecho lo hago como cualquier otra persona, pero la diferencia reside en cómo gestiono el antes, el durante, y el después. He decidido tomar el control en esas tres etapas y priorizar siempre, como he mencionado antes, la tranquilidad  en mi interior por encima de todo lo malo que pueda sucederme, así que me enfrento, yo decido cómo y me hago responsable del proceso, y de cómo dejo que me afecte después. Por supuesto, en el ámbito laboral son los mismos valores y pilares que sostienen mi forma de trabajar y los proyectos en los que me embarco.

Siempre que sea posible (y sé que puedo hacerlo posible),  haré de mi pasión mi estilo profesional para que nunca más sienta que tengo que ir a cumplir una jornada que no me llena, y que no aporta nada positivo de ningún modo por pequeño que sea, sino que quiero disfrutar al máximo todo el proceso de mi función aquí, con este servicio de coaching emocional. Si realmente amas lo que haces, ese amor que proyectas mejora todo el proceso y multiplica x10 la calidad del producto final.

Implicarme y empatizar con la gente es una virtud que he tenido desde niña, y cuando fui creciendo, se asentaron las bases de la honestidad, la nobleza, la responsabilidad emocional y afectiva conmigo misma y con mis seres queridos, ayudándome a mejorar mis relaciones con ellos, mi forma de presentarme al mundo, y sobre todo, qué sucede cuando se cierra la puerta de casa y me quedo sola conmigo misma, cuando solamente estamos mi cabeza, mis sentimientos, positivos y negativos, y nadie más. 

 

Eventos clave en mi desarrollo

Puedo atribuir a mis intereses y a mi vocación gran parte de la motivación que me lleva a estar aquí hoy, pero como muchas personas a lo largo de la vida pasé por ciertos eventos que me marcadon, en mi caso me abrieron los ojos y me hicieron ver la importancia de saber gestionar bien las emociones, de tener suficientes herramientas para poder lidiar con situaciones complejas, y de tener unos buenos principios y valores, construidos y afianzados, para poder salir de cualquier lugar, persona o momento que estuviese convirtiéndome en una versión muy pequeñita y casi invisible de mí misma. 

Niñez y adolescencia: primeros pasos en inteligencia emocional

Tristemente, cuando yo estudiaba no existían los protocolos de protección a menores frente al abuso escolar, así que pasé parte de mis años como estudiante sufriendo conductas agresivas por parte de muchos de mis compañeros. Aunque me costó, entendí que detrás de esas actitudes existían miedos, inseguridades y mucha carencia de inteligencia emocional en mis compañeros porque en su entorno familiar o educativo nadie habría dedicado tiempo a transmitir enseñanzas acerca del respeto o de la responsabilidad afectiva. Entender y aceptar eso es algo que me llevaría años, por mi inmadurez propia de mi corta edad entonces. Llegada a esa conclusión en la adolescencia, decidí cambiar el resentimiento y el dolor por algo mucho más útil y valioso para mí: conocimiento y empatía, la capacidad para ver más allá y no quedarme solamente con lo obvio o con el ego herido, lo que me permite dar lugar a una construcción de valores y años después, a la profesionalidad y formación para transmitir todo lo aprendido.

Entrando en la adultez: mi camino a través del amor insano y lo que aprendí de él

Llegando a la primera etapa de la adultez comencé a tener mis primeras parejas estables, con las que aprendí a gestionar situaciones límite y analizarlas para entender los procesos y sus orígenes: celos y control, infidelidades y otras actitudes de toxicidad que se elevaron por un tiempo prolongado en intensidad y frecuencia hasta convertirse en maltrato psicológico. Con todas estas experiencias, voy diseñando a lo largo de los años en mi cabeza mi propio concepto de amor sano, añadiendo y quitando ideas que creía correctas y no lo eran puliéndolas para terminar obteniendo un profundo conocimiento de los mecanismos del amor y los conflictos que surgen de él, las características de las interacciones en pareja que sí aportan y diferenciándolas claramente de las que restan y de las que son totalmente intolerables.

La importancia de la comunicación afectiva y efectiva: la Laura de hoy

Desarrollo además a lo largo de este tiempo una gran capacidad para la comunicación en la que incluyo el ejercicio de la responsabilidad afectiva, el uso de la inteligencia emocional, la empatía y la asertividad. Siempre me he caracterizado por ser una persona con una alta sensibilidad, con un perfil PAS (persona altamente sensible), y esta característica me ha hecho hacerme cargo de mejorar día a día mi forma de interactuar con el mundo, he aprendido a expresarme y a escuchar de manera activa, y a comprender para ser y permitir a otros  ser también.

Actualmente, con un gran trabajo de amor propio y sabiendo poner límites sanos, puedo gestionar conflictos afectivos y disfrutar de una relación estable en la que siento paz, tranquilidad. Comparto con mi pareja el bienestar y la felicidad que me he encargado de crear y conservar de manera individual. Nos tratamos con respeto ante todo, y somos muy conscientes de que compartir todos estos valores y principios es primordial para convertir esta relación sana también en duradera.

 

Con estas bases afectivas, emocionales, establezco entonces mi filosofía profesional, en la que enmarco la naturalidad, el ambiente familiar, el valor de los tiempos de mi cliente, su entorno y contexto emocional, y la certeza de que es posible disfrutar del propio bienestar a pesar de vivir eventos dolorosos (y transmitir esa misma sensación de paz a quién te acompaña en tu vida), porque aunque no tengamos total control sobre lo que nos sucede, sí tenemos el poder de decidir cómo, cuánto y durante cuánto tiempo nos afecta y cómo proyectamos esto en nuestros seres queridos.